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A pesar de que existen condiciones generales de salud que pueden promover la aparición de hemorroides (tales como la edad, el embarazo, el estreñimiento crónico, la vida sedentaria y el trauma ano-rectal) la mayor parte de las intervenciones terapéuticas se enfocan en minimizar las molestias locales a través de medidas conservadoras que desinflaman o disminuyen el picor, el dolor y el sangrado en la zona afectada. Cuando los síntomas persisten o empeoran- generalmente por aumento del abultamiento venoso y la aparición de coágulos en el interior de las hemorroides- se suele recurrir a algún tipo de procedimiento que elimine la enfermedad de un modo definitivo.
Métodos tradicionales
Dentro de los abordajes no quirúrgicos, indicados para las hemorroides internas de primer grado- las cuales sólo sangran y no se exteriorizan por el orificio anal- destaca el incremento en la dieta de alimentos ricos en fibra vegetal y el uso de laxantes que estimulan o facilitan la defecación, ya que mediante el ablandamiento de las heces fecales- con suplementos en polvo, pastillas o aceite- hay un menor esfuerzo mecánico durante la defecación que disminuye el daño a las paredes de las venas.
Si después de seis semanas de tratamiento las hemorroides no reducen su tamaño –o incluso empeoran en sus síntomas- se recomienda el uso de medicamentos tópicos (cremas, pomadas y geles) o de fármacos orales (cápsulas y pastillas) que tengan un efecto antiinflamatorio y una influencia flebotónica sobre las hemorroides, es decir, que fortalezcan la estructura de los vasos sanguíneos afectados y eviten su ruptura. Estas medidas tradicionales a veces se complementan con remedios caseros-como los baños de asiento y la aplicación de fomentos en el área perianal-para aliviar las molestias. Aunque todas estas opciones de tratamiento mejoran el cuadro clínico y previenen algunas complicaciones presentan la desventaja de no erradicar por completo el problema o de dar una solución temporal a los síntomas, además de que siempre deben hacerse bajo una prolongada supervisión médica.
Procedimientos definitivos
Entre las alternativas de tratamiento que pueden promover una resolución más duradera- para las hemorroides internas de primer grado- destaca la utilización de gas congelado (crioterapia) o de algún tipo de solución inyectable (escleroterapia) que provoca el desprendimiento del tejido hemorroidal. Para el caso de las hemorroides que sobresalen por el ano al pujar-y que se reducen por sí solas- existe la técnica de la ligadura elástica, la cual consiste en la colocación de una o de dos bandas flexibles en la base de la vena dañada. En caso de que el abultamiento requiera de apoyo manual para volver a su sitio se recurre a la implantación de grapas alrededor de los paquetes venosos afectados. En caso de tratarse de un padecimiento crónico (mayor a 6 meses) se recomienda acudir con un especialista para que lleve a cabo un tratamiento quirúrgico tradicional (hemorroidectomía) o un abordaje mínimamente invasivo. Para esta última indicación la opción más efectiva es el procedimiento láser con el MÉTODO HALT® (Hemorroidectomía Avanzada Láser Térmica), una técnica internacionalmente certificada que se realiza desde hace varios años en el Instituto Médico Langle; prácticamente consiste en una intervención indolora, ambulatoria y de recuperación inmediata que promueve un proceso de cicatrización inmediatamente después de su aplicación. La mejor alternativa para solucionar de un modo definitivo este incómodo problema.